A los papelitos les gusta vagar por los aires
y esconder las lágrimas en una chistera.
Se sientan a jugar en los poyos de los parques
alejando los desaires
de condenas sin clemencia.
Nacen de intenciones pueriles,
de sonrisas adelantadas a la ilusión,
de plumas pequeñas, sencillas y libres
que apenas legibles
no buscan razón.
Te dejé un papelito escondido en el bolso
cuando llorabas y llorabas y no podías parar.
Imaginaba tu sonrisa, las lágrimas, el decoro
con que luego llenaste un abrazo ansioso
que el tiempo, al tiempo, se encargó de enterrar.
Y así también los papelitos se esfuman
entre espacios que nunca volveremos a ver,
pero alegres se despiden, con sones de burla,
conscientes que en sus breves vidas retumban
momentos que dieron sentido al querer.
David Ching
2014
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