Hace tiempo que no te escribía,
que no te lloraba,
que no estabas acá.
Hace tiempo que juego solo,
que las telarañas crecen como árboles al sol
y florean bajo la lluvia
y pasan inviernos
y pasan veranos
sin que una escoba las deshaga.
Hace tiempo que no miro para atrás
y que no me reflejo en ojos marchitos.
Hace tiempo que la ilusión se cayó
que no veo más que mi reflejo en las ventanas lluviosas de los buses
y me pregunto si las gotas caerán en el mismo concreto
en que jugamos a que esto no iba a ocurrir.
David Ching
2014
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