Lo más triste no fue separar las camas ni hacer el papeleo. Tampoco las horas de esperar en una seca banca de concreto de la Plaza De La Democracia a alguien que nunca llegó, para después volver a la casa con rencor en los ojos.
Llorar más noches de las que pueda contar marca pesar en los pasos, pero al fin y al cabo, es algo pasajero. Como las canciones de Radio Dos cuando uno maneja por el centro de Chepe. Es peor dejar que el polvo carcoma los juguetes de infancia, dejar de lado las plumas o dejar que las uñas crezcan sin tocar la madera del piano. Esa tristeza pura y abandonada que se olvida del dolor y la rabia. Como cuando dejamos zarpar un barco lleno de causas perdidas y nos quedamos solos en el muelle y ni siquiera dan ganas de maldecir o de adornar las tablas con escupitajos de resignación.
Por eso, después de la tormenta de culpas compartidas y malos agradecimientos, cuando por fin se cortaron los cables a tierra, no fue tan duro sentir el portazo con que cerraste los capítulos. Y nunca entendí por qué quisiste hacerlo de una forma tan seca y absoluta, pero ese por qué ya no me importa, y eso es lo más triste. Que después de todas las risas de felicidad que no pudimos contener, y después de haberse mordido con rencor y lágrimas el puño y los nudos de la garganta, después de todo eso…. ya no me importa.
David Ching
2013
Thursday, December 12, 2013
Tuesday, September 3, 2013
TSJ303
Ayer soñé que tomábamos un taxi juntos. Llovía y teníamos prisa. Los
paraguas tapaban las caras pero íbamos a lugares cercanos. No nos reconocimos,
habíamos borrado los nombres de nuestros teléfonos celulares –al menos vos del
mio, yo lo hice hace un rato ya- tampoco tenías nada que me llamara la atención, pero tocaba negociar las tarifas y me dí cuenta que eras vos. Te saludé.
Estabas mejor, más feliz si se pudiera decir, creo que eso me alegró un
poco, no tanto como me hubiera alegrado antes. Creí que te iba a incomodar pero
supiste manejarlo, eso o te merecés un Oscar. Yo te comenté que ahora fumaba y que lamentaba
el olor porque sabía que lo detestabas. Vos te limitaste a ofrecerme un chicle,
con esos ademanes que hacés para nunca incomodar a nadie.
Compartimos un par de palabras, como lo hubiéramos hecho con cualquier
conocido. Llegamos a mi destino, me despedí y pagué. Cerré la puerta del taxi
con mucho cuidado y sonó la alarma del despertador. Creo que nunca antes te había dicho adiós.
David Ching
2013
David Ching
2013
Monday, September 2, 2013
Mandamientos para hacer un buen trago
Número uno.
No importa la cantidad de alcohol,
importa la cantidad de hielo
Numero dos.
El limón siempre es indispensable,
nunca es demasiado,
más si es limón mandarina.
Número tres.
El que realmente importa:
no es saber hacerlo,
es saber compartirlo
David CHing
2013
No importa la cantidad de alcohol,
importa la cantidad de hielo
Numero dos.
El limón siempre es indispensable,
nunca es demasiado,
más si es limón mandarina.
Número tres.
El que realmente importa:
no es saber hacerlo,
es saber compartirlo
David CHing
2013
Sunday, August 18, 2013
Los 5 mandamientos para bailar salsa
Primer mandamiento:
''se siente, no se piensa.''
Se mueven los pies como si volaras sobre el chaparrón,''se siente, no se piensa.''
como si el metrónomo fuera tuyo,
como si las notas se improvisaran.
Segundo mandamiento:
''siempre sonreír.''
No importa si la letra destroza o el ritmo es lento
o si el alma se va con cada paso
o el labio tiembla de las ganas de gritar,
de llorar sin sentido el corroer del dolor.
Esto se trata de disfrutar
de olvidar, si es necesario de mentirse.
De carcajearse al final con los abrazos.
Tercer mandamiento:
''vaciar el pulmón.''
Ya sea en los jadeos y el sudor
o en los gritos y gemidos que arrebata el canto,
si el respiro llega suave al final
es porque no se gozó lo suficiente,
es porque el momento no te arrancó un pedazo de tiempo
ni viste en los ojos de la cara a la vida
riendo a todo volumen con complicidad malosa
Cuarto mandamiento:
''el error no existe.''
La vuelta mal hecha tiene siempre una salida
y el destiempo es una oportunidad de brillar,
de hacer con tu cuerpo lo que nadie nunca ha hecho
y dejar bocas abiertas
sorprendiéndote de lo que acabás de gozar.
Quinto mandamiento:
''todo se vale.''
desde gritar fuera de ritmo hasta desnudarse improvisando
porque lo que importa es lo que se siente
y lo que se hace con lo que se hizo
y si la música se apaga y uno quiere seguir
nunca puede existir una razón para detenerse.
''el error no existe.''
La vuelta mal hecha tiene siempre una salida
y el destiempo es una oportunidad de brillar,
de hacer con tu cuerpo lo que nadie nunca ha hecho
y dejar bocas abiertas
sorprendiéndote de lo que acabás de gozar.
Quinto mandamiento:
''todo se vale.''
desde gritar fuera de ritmo hasta desnudarse improvisando
porque lo que importa es lo que se siente
y lo que se hace con lo que se hizo
y si la música se apaga y uno quiere seguir
nunca puede existir una razón para detenerse.
David Ching
2013
Sunday, June 30, 2013
Rostro
Tragar grueso
y que los suspiros se peleen con las palabras
Los ojos apagados retratan fracasos
culpas mal nombradas
que pesan en el reloj de bolsillo,
en el marco vacío de la pared,
en la cama individual del cuarto de al lado
El mentón también tiembla
se tropieza con los intentos de dejarse crecer la barba,
con los labios remojados en agua de sal,
con los cabellos erizados detrás de la nuca,
como un adolescente....
¡Como un niño!
Los pómulos inertes e ingratos
cómplices de toda la trama,
de las mentiras
que no fueron mentiras cuando se dijeron,
se quedan quietos.
Mirando las arrugas de una frente que perdió el sol.
Al final
los mismos ojos apagados bajan al pecho
tratando de calmar los nudos de la garganta
e incrustarse en lo más profundo y lo más hondo
para intentar dibujar una sonrisa.
Una sonrisa
que no pasa de la cara
David Ching
2013
y que los suspiros se peleen con las palabras
Los ojos apagados retratan fracasos
culpas mal nombradas
que pesan en el reloj de bolsillo,
en el marco vacío de la pared,
en la cama individual del cuarto de al lado
El mentón también tiembla
se tropieza con los intentos de dejarse crecer la barba,
con los labios remojados en agua de sal,
con los cabellos erizados detrás de la nuca,
como un adolescente....
¡Como un niño!
Los pómulos inertes e ingratos
cómplices de toda la trama,
de las mentiras
que no fueron mentiras cuando se dijeron,
se quedan quietos.
Mirando las arrugas de una frente que perdió el sol.
Al final
los mismos ojos apagados bajan al pecho
tratando de calmar los nudos de la garganta
e incrustarse en lo más profundo y lo más hondo
para intentar dibujar una sonrisa.
Una sonrisa
que no pasa de la cara
David Ching
2013
Sunday, May 19, 2013
Bon Voyage
-Cuidate.
-Vos También
Un par de pañuelos rojos a la orilla del mar
pintados con las flores de los camposantos
se alargan,
Dicen adiós con media sonrisa de olvido,
De aprecios vacíos que prefieren perderse de vez en cuando
y nunca más volver.
Punto final.
Cuerdas que vibran tras una canción que duró demasiado.
Una historia de mentiras repetidas y labios mordidos,
de caminos que no se volverán a cruzar,
se hace a un lado para llorar en la orilla
Sin la amargura de los clavos herrumbrados en los huesos.
Es un adiós que se comparte.
Una despedida que se olvidó de las culpas,
del remordimiento y los punzantes cuchillos de las espinas.
Es un adiós alegre,
con aires de perdón y olvido
con las frentes en alto
de quienes se quieren sin querer volverse a ver
y gritan un ‘‘bon voyage’’
mientras se esfuman...
y se van.
y se van.
Saturday, April 27, 2013
Popó
No era tita, ni era nana, ella era popó.
No hablaba español y yo no hablo cantonés, pero de alguna forma nos entendíamos (dicen que lo inquieto viene de ese lado de la familia).
Recuerdo que cuando tenía 5 años me chineaba. Llegaba con mi abuelo a regalarnos confites y nos veía mientras jugabamos bola, aunque kong-kong se valía de su bastón para tirar. Luego mis papas se fueron de viaje y mientras nos cuidaban los primos solía llamarnos todos los días para preguntar si ya habíamos comido, después le repetía la pregunta a todos los que estaban en la casa.
En otros tiempos cocinaba (¿existen abuelas que no tengan buena cuchara?). Pollo con hongos que sólo ella sabía, y la sopa de wantan que nos enseñó a hacer después. A veces nos tocaba comer en la mesa de plástico frente al televisor, otras veces en el comedor principal que daba a la cocina, ¡Qué distinta era la casa de Nicoya en ese entonces!
Alguna vez la vi en vestido de baño gris, entrando al mar de Samara sin miedo, porque le gustaba acompañarnos a la playa cuando podía.
Siempre repartía su ''li si'' a los nietos, nunca perdió cuenta de la inflación, ni siquiera cuando tuvo que venirse a San José.
Con su eterna cabellera blanca e inquieta, pecaba de necia y no dejaba que nadie la ayudara (''yo podel'', y daba golpecitos para que uno entendiera). Luego pasaba la tarde en su mecedora, preguntando cosas que yo no entendía.
También la recuerdo con su apetito voraz (herencia china que nos dejó a los nietos). No había comida sin plato de arroz y nunca le mermó al diente en toda su vida. Tanto fue así que se nos fue con el estómago lleno, durmiendo después de almorzar.
Y ahora nos toca decirle adiós, Cómo despidiéndose de esta cosa rara entre las dos culturas que soy y que Popó intentó ser. Con un vestido tradicional blanco rodeada de flores y cruces. Porque cuando estalló la guerra ella no sabía que iba a dejar once nietos en otro continente, ni que iba a nacer el almacén ''La Revancha'' para mantenerse en pie por tres generaciones, ni que sus hijos iban a desayunar pinto y cenar ''ma pu to fu'' y ''kai lan'', pero así fueron las cosas al final.
Y ella siempre sonreía cuando veía a sus nietos (al final, cuando los lograba reconocer) y tenía ese sol en los ojos que sólo tienen las abuelas, y aunque hayan muchas cosas que ella nunca entendió y que yo nunca voy a poder entender eso si lo entiendo, aunque yo no hable cantonés, y aunque ella no hablaba español.
Thursday, April 11, 2013
Quedate
Quedate un rato
te hago un pequeño campo al lado de mi asiento,
al lado de mis copas de vino y mi errática forma de pensar
Disfrutá de la absurda forma de hacer magia
con espacios distraídos bajo la cobija de algún aprendiz.
Quedate mientras miro las acuarelas de mi
tío.
Hazte un té cargado al amanecer y
despídeme cuando no estés a gusto.
Yo tiraré los dados de nuevo,
cuando te vayas y dejés tu sombra llameante
a un lado del espejo donde nos miramos
juntos.
Decile adiós a las partidas complicadas,
a los ajedreces de piezas negras y reyes
sin peones,
a las caras inexpresivas antes del ''river''.
Vení sin pensarlo mucho,
sin dilemas de margaritas o de caras y
cruces,
sin cuerdas, o esposas o anillos
y salí a jugar si te cansás,
o si encontrás ingratos caminos que te seduzcan
vete sin darte pedradas al pecho.
yo volveré a tirar los dados
Monday, March 4, 2013
Vos
‘‘A ti que no te debo más que el empujón que anoche me
llevó a escribir esta canción’’ J. Sabina
Son de las cosas
que ya no entiendo de vos,
solías tomar
ajenjo con tanto desdén,
como si el mundo
ya no te importara,
como si un par
de desamores se hubieran quedado en el olvido y los bares belgas tuvieran todas
las soluciones del planeta.
Después podías
perderte en las callejuelas con una vela
encendida
y esperar a que
lloviera para bailar una salsa seca y
fuera de ritmo
antes de
encerrarte en tu cuarto a llorar amargamente hasta que el corazón se saliera de
tu pecho.
Eras una figura
risueña
corriendo detrás
de los papalotes, queriendo atrapar sus sombras
para guardarlas
en un frasquito y verlas todas las noches.
Yo me quedaba en
una esquina, riendo tímidamente con complicidad paternal.
En ese entonces
te comprendía
y corría con vos
bajo la lluvia, burlando la aberrante alegría de éxitos efímero,
de mentiras que
creía como dulces baratos de piñata de fiesta.
También coreaba
los valentines y cumpleaños detrás de las faldas de sombras perdidas
y predicaba en
las esquinas vacías de los cuadernos amarillentos.
En ese entonces solía
reiterar los porqués y replantearme preguntas absurdas al despertar de la mañana.
Preguntas que
saben a cigarrillos mordisqueados con mala música
fumados en el
frío para calmar las ansias
Después te
perdiste,
abandonaste las
ideas vacías que defendías a capa y espada
y mataste todo
lo que sostenía tu alma,
las estrellas
que brillaban en lo más oscuro de las penumbras.
Ahora abandonas
las plumas, secas, lejos de los tinteros,
lejos de versos
románticos recitados
y de clichés que amabas cuando te golpeaba la sed,
y quedabas pidiendo agua en
un desierto de vaivenes absurdos y grotescos
que aterran las
noches con gestos obscenos y asquerosos.
Te odio con la
fuerza de quien odia la resaca mañanera,
el tímido azul de las sábanas solas o el
insignificante ‘’buenos días’’ de la madre resignada.
Te odio porque
sos lo que pude ser y no fue,
lo que se grita
en el vacío oscuro de una noche de insomnio.
Te odio porque
no has sufrido lo suficiente y crees que lo has hecho.
Te odio porque
crees que todo va a estar bien y que habrá un desenlace feliz
y que el Edén
existe, la vida será alegre y bailaremos juntos en jardines de rosas invisibles,
bastaría darse
la vuelta en la esquina para toparse los árboles caídos,
las hojas
muertas y podridas hundidas en charcos espantosos
y las mentiras
que se repiten constantemente para satisfacer los placeres banales e
inmediatos.
Pero no podés
ver más allá de tu nariz y seguís enamorándote de las novelas que te hacen
llorar
y de las
ilusiones mal dibujadas con destinos rebuscados.
Al fin y al cabo
nos dejaste abandonados, tristes y solos
como los viejos que
juegan al póker por placer, sin darle valor a las fichas
y que fueron
abatidos por las olas del mar
por los intentos
fallidos de irse a doble o nada
y las miserables
tertulias de amigos acomodados en desesperanzas sin sentido.
Ahora me quedo
con lo que soy
y por eso te
odio, por vos.
Detesto que
juegues a los dados en mi vida,
que te sigas
comiendo los señuelos luminosos,
y que te sigas
engañando con papeles de cromo
pero detesto más
aún no poder negarte… y seguir esperando que tengas razón.
David Ching
2013
Saturday, January 26, 2013
El camino a Tarragona
Tomé un tren de Barcelona a
Valencia que se detuvo unos minutos en Tarragona y eso es todo lo que sé del
lugar. Está en el noreste de España, probablemente
en Cataluña -tal vez en Aragón- y deben ser muy católicos por ahí. Me gusta el
nombre, tiene estilo.
Es bonito pensar que por ahí no
hay crisis económica, que los hermanos de los trabajadores de construcción
esperan con brazos abiertos a quien pide cincuenta centavos de euro en la
calle. Era un señor de barbas blancas que parecía tener muchos años por delante
y por detrás. Charlamos con él un poco porque ‘‘aquí no se ve, pero las cosas
están jodidas y no sabemos qué puede pasar si nada cambia en las próximas
elecciones’’.
Y fijate vos que aunque los
universitarios se vayan de fiesta todos los días y lleguen miles de turistas al
año, hay otro lado de la historia que nadie ve. Porque ¿qué le importa al
estudiante extranjero o al turista de pie si las cosas van bien o mal? Mas bien,
si todo sale más barato mejor y aún así no se puede comparar el pasado ajeno. Por
eso uno no entiende cuando tiran una bandera de Cataluña encima del cajero automático
del banco de Madrid y del otro lado del mundo, el referéndum de independencia
sólo importa cuando el Barcelona le mete cuatro al Real.
Aquí no se ven los letreros de ‘’se
vende’’ en los locales vacíos (como en otros lugares de España) ni hay
protestantes que se refugian en bares donde los señores mayores con familia en
Suramérica los protegen de los macanazos. Claro habrá huelga cada lunes –casi programada
ya la cabrona- pero a más no pasa
.
Aquel señor debía tenía como
cuarenta, estaba bien formado, un poco panzón -pochotón, diría mi mama- educado, bien vestido
y amable, no parecía el tipo de persona que ocupa pedir medio euro en la calle
para conseguir el boleto a Tarragona, pero uno nunca sabe, la cosa esta fea…
eso dicen los periódicos.
Cuando tomé el metro de vuelta y
llegué al piso, quise tomar la computadora y buscar de Tarragona, quería saber
qué tenía de mágico ese lugar que con ansías anhelaba aquel
barbudo extendiendo la mano para pedir medio euro. Pero me gusta pensar que su
hermano lo recibiría, que ahí iba a conseguir trabajo, que ahí la construcción era un
buen negocio, ahí todo iba a estar bien… Y yo sé que si buscaba más me iba a
dar cuenta de cómo eran las cosas y me iba a poner triste. Preferí dejarlo así,
como un punto misterioso entre Barcelona y Valencia, dejé la computadora
quedita y me fui a leer en una esquina. ¡Qué cabrón que soy!
David Ching
2013
Subscribe to:
Posts (Atom)