Thursday, December 12, 2013

Lo más triste

Lo más triste no fue separar las camas ni hacer el papeleo. Tampoco las horas de esperar en una seca banca de concreto de la Plaza De La Democracia a alguien que nunca llegó, para después volver a la casa con rencor en los ojos.

Llorar más noches de las que pueda contar marca pesar en los pasos, pero al fin y al cabo, es algo pasajero. Como las canciones de Radio Dos cuando uno maneja por el centro de Chepe. Es peor dejar que el polvo carcoma los juguetes de infancia, dejar de lado las plumas o dejar que las uñas crezcan sin tocar la madera del piano. Esa tristeza pura y abandonada que se olvida del dolor y la rabia. Como cuando dejamos zarpar un barco lleno de causas perdidas y nos quedamos solos en el muelle y ni siquiera dan ganas de maldecir o de adornar las tablas con escupitajos de resignación.

Por eso, después de la tormenta de culpas compartidas y malos agradecimientos, cuando por fin se cortaron los cables a tierra, no fue tan duro sentir el portazo con que cerraste los capítulos. Y nunca entendí por qué quisiste hacerlo de una forma tan seca y absoluta, pero ese por qué ya no me importa, y eso es lo más triste. Que después de todas las risas de felicidad que no pudimos contener, y después de haberse mordido con rencor y lágrimas el puño y los nudos de la garganta, después de todo eso…. ya no me importa.

David Ching
2013

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