Saturday, November 1, 2014

Tu recuerdo me trae sonrisas.


Me acostumbre a la cruel ausencia ingrata
que exilió tenues e inocentes risas
a caminar países de hojalata
donde la calidez no tiene prisa

Volví a gozar de las viejas sonatas
y a sentir los perfumes en la brisa
y a jugar con cachivaches de plata
y paso el tiempo de negar la sonrisa.

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Ya pasó el tiempo de llorar
y una larga lista de cosas quedó en ‘‘pendiente’’.
Planes inconclusos, invitaciones por pagar.
Vieja lista olvidada,
extraviada
indiferente.

Ya pasaron las rabietas y auto flagelos.
Se atragantaron con agua de mar y café remojado.
Se fueron de viaje y nunca volvieron
y no los extraño,
ni los pienso,
ni los siento.

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Extrañar es un verbo cabrón.
No te extraño si eso significa que paso el tiempo pensando que no estás aquí.
Ya no.
Ahora miro los atardeceres como los veíamos en diciembre,
saboreando la memoria de los celajes…
Y sonrío.

Tampoco te he olvidado,
no si eso significa que ya no pienso en vos.
A veces me recuesto en tu hombro como si estuvieras aquí,
pero no es reproche.
Tu silueta llega como un recuerdo de niñez
(si es que ambos se pueden separar)
y se queda divagando por la tarde
jugando con los planes del día.

Tu recuerdo cae de sorpresa
como un amigo sin invitación.
Y trae calidez
y prende la chimenea cuando hace frío
y me hace sentir en casa.

Tu recuerdo me trae sonrisas.


David Ching
2014

1 comment:

Unknown said...

"A veces me recuesto en tu hombro como si estuvieras aquí,
pero no es reproche." (Y)