Tuesday, July 1, 2008

Un ramo de crisantemos

¿Te acordás? Claro, no siempre fue así, pero ese era el esquema. Vos corrías y yo me quedaba quieto hasta que me hacías señales y me gritabas que ya, que ya estabas lista. Entonces te perseguía. Corríamos, y si llovía, corríamos más. Algunas veces te alcanzaba y te susurraba en el oído palabras que te hacían sonrojar. Otras veces te me escapabas y te reías de mí, pero siempre terminábamos llorando de alegría, tirados en el suelo con una sonrisa de oreja a oreja y un sentimiento de calor adentro. Nunca entendí … ¿Por qué podía actuar así con vos? ¿Por qué no podía actuar así con nadie más? no te imaginas cómo extraño esas tardes que parecen ya de antaño, pero bueno todo pasa.

Por supuesto que sigo viviendo en el pueblo. Yo te dije, te lo prometí, aquí nací y aquí me muero. Claro… me fui un par de años, pero solo para darme un respiro. No es que huía, pero ¿con qué cara podía ver a Jorge?

Si, si todo está bien con él. Nos hablamos cada cuanto, lo que pasa es que después de todo esto terminamos echándonos la culpa. No es que peleábamos, era esa guerra fría. Como Sara y vos cuando tu bola se estalló. No me vengás con la excusa de que eran niñas, vos conocés bien ese tipo de tensión mezclado con resentimiento, ese que no se quita con la edad. Además, decime ¿Cuándo actuábamos como adultos? Decime porqué dejar de ser niños y ¿Acaso alguna vez dejamos de serlo?

Si vos y yo siempre fuimos niños sin miedo y adultos sin leyes. No, por supuesto que no éramos rebeldes sin causa, pero no conocíamos leyes. ¿Cómo explicarlo?... Bailábamos en la lluvia, éramos dos perdidos, enamorados de la vida. Solo nos gustaba correr, reír y llorar. Ese romanticismo de los campos de zacate que siempre nos cautivó. Aunque no parezca y aún con todo lo que pasó sigo siendo así, o por lo menos eso intento, seguir viviendo en la imaginación, guardando toda la belleza de esa infancia perdida. Vos me conocés, no quiero perder esta chispa, esta luz que sale de mi corazón, aunque si es cierto que no sigo siendo el mismo desde que te fuiste.

Después del incidente me fui a vivir a la casa de mis padres. No era un intento de escapar, solo no quería que estallaran las bombas con Jorge, al fin y al cabo tu hermano y yo aún nos queríamos. No… ¡Claro que no!, ¡Cómo se te ocurre! Bueno, bueno… si te vas a poner inquisitoria admito que había más razones. No vale la pena explicarlas, vos bien sabés cuáles son. Y entonces así, sin más ni más me fui a desempolvar la casa, a quitarle ese viejo rótulo de ‘‘Se Vende’’ y a meterme en este mundo mío.

No, no busqué otro trabajo. ¿Para qué? La casa de mis padres quedaba a media hora, además yo sabía que iba a volver. Precisamente por eso nunca quise abandonarlo todo, sino solo sentía la necesidad de sufrir de esta especie de síndrome de diplomático internacional. ¡Pero qué embajada más cruel la que me tocó! Había tantos recuerdos en esa casa olvidada, tantas historias y tantas sombras me acompañaron en aquella soledad que cuando todos volvieron, no me di cuenta que muchos los había olvidado sin querer y otros hubiera deseado no recordarlos.

¿Me creerías si te digo que a pesar de no haberte visto durante estos años todavía te reconozco perfectamente? Es que todo este tiempo no hice otra cosa que acordarme de vos. De todo. De tu olor, de tu figura, de tu cara, de tu cuerpo. Y en mi exilio no hice más que evocarte y entristecerme. Me sentía solo cuando veía al patio carcomido por la mala hierba, porque no veía un terreno verde abandonado, sino veía a dos niños jugando a la pelota. En la calle del frente, entre el asfalto y los carros se dibujaba un camino de lastre con dos pies adolescentes dándose el primer beso con el amor de la ilusión inocente. Y, por último- y más cruel- mi cuarto guardaba las huellas de los amantes que una noche se dejaron llevar por sus corazones, y dejando la ropa a un lado se entregaron a la pasión de los cuerpos. No lo digo para coquetear o reconquistarte, de por sí ¿De qué sirve eso ya?

Lo que te puedo decir de mis años allá no es nada extraño. La vida fue tranquila, saludar caras viejas, vos sabés, los ¿cómo estás? los ¡Tanto tiempo! Y los ‘‘tenemos que hacer algo un día de estos’’. Tantas historias fueron y tantas eran, que cuando volví a nuestro pueblo, - y no es que me esmerara en hacerlo pero- no pude diferenciar el pasado del presente. Era como vivir en un portarretratos amarillo, de esos que hacen que se te mojen los ojos cuando ves la foto de amigos que creíste olvidar. Sólo que la alegría del recuerdo a veces está empañada por la amargura del presente en que terminó. Había tantos sueños que dejé morir, tantas ilusiones que no se hicieron realidad. ¡Qué hermoso es soñar de gratis! En cada esquina había pasado algo, y ya no era lo mismo. Por ejemplo: ¿Te acordás de la pulpe del chino? Ahora es un edificio de oficinas. No es que me queje, pero para mí siempre va a ser la pulpe del chino, donde comprábamos tarjetitas Sara, Jorge, Carlos vos y yo, y nos sentábamos después en la acera a intercambiarlas.

¡Vieras qué cambiado está Carlos! No lo hubieras podido reconocer, si yo no pude, pero bueno, sigue siendo el mismo, con los mismos mates, el Carlos de siempre. Me preguntó si estaba bien y no supe que responderle. Aunque creo que él estaba tan golpeado como yo, si fue por él que terminamos junto ¡Cómo nos jodía con eso!... Pero bueno supongo que, a pesar de que los dos llorábamos la misma herida profunda y ponzoñosa, no hay nada que el tiempo, las habladas y el café no tranquilicen en este mundo. Mucho menos con alguien como Carlos que vos sabés como es.

Y entonces, con todo y todo, tuve que aprender a vivir así. Viéndote sin verte en cada esquina, como un fantasma. Era vivir en constante temor de que aparecieras, o tal vez, más bien quería verte, por eso iba a las calles en las que siempre nos perdíamos o me quedaba contemplando los paisajes que veíamos cuando ponías tu cabeza en mi hombro y yo te abrazaba. Todo con esa sutileza sublime que todos nos envidiaban.

Es curioso, después de muchos años de vivir la misma rutina todos creían que me aburría, parecía un señor, de esos que caminan por inercia y que la vida parece haberles dado todo lo que puede darle a alguien. Y en realidad, tal vez era uno de ellos, y por eso entendí que a veces una vida automática no es sinónimo de monótona. Porque aunque hacía exactamente lo mismo todos los días, no dejaba de sufrirlo ni (tengo que admitirlo) de disfrutarlo.

Ya me estaba acostumbrando a esta vida de recuerdos cuando Jorge me llamó. Carlos había viajado al pueblo y había visitado a Jorge, intentaba convencerlo de hacer un negocio y terminó hablando de todo esto…. No me extraña, para mí que Carlos desde el principio lo que quería era que enterráramos las hachas, siempre tan diplomático él. Casi me explota el corazón cuando oí a Jorge, y lo peor es que lo único que hizo fue hablarme. No hablamos de vos, todavía no estábamos listos, simplemente nos pusimos al día. Cuesta creer que habían pasado tanto tiempo desde el inicio de esta extraña, pero las heridas nunca sanaron, tal vez solo hoy por mi parte, y no sé cuando sanaron las de Jorge. Sanaron antes de las mías eso te lo puedo asegurar.

No creas que fue el milagro de la llamada y a los cinco minutos ya estaba de vuelta en el pueblo. Eso solo pasa en las salas de cine del final de la cuadra de mi casa. Menos con lo recatado que yo intento ser. La llamada fue solo el principio, la semillita esa que empieza a crecer poco a poco, como cuando te dí una rosa a la salida del cine, algo parecido. Así empezó y después pude seguir hablándo con Jorge, de alguna u otra forma, incluso vino a visitarme un par de veces.

De hecho fue tomando un café que decidí volver. Jorge y yo empezamos a hablar de este tema prohibido por primera vez. Ya los años nos habían dado luz verde, y pudimos conversar de vos, de tus risas, de tu forma de hacernos reír, de tantas cosas…Y eso era. Es decir, eso fue lo que nos unió, lo mismo que nos separó. Él con su cariño de hermano sobre protector que siempre fue, si vos bien sabés que siempre me celó y no me odió solo porque éramos amigos, y yo, yo con toda la historia detrás que venía cargando desde hace tanto tiempo.

Y por fin se unieron los cables. Nunca recordé bien el accidente, estábamos sentados en las escaleras de la entrada, charlando como siempre, contando chistes y riendo. Vos dijiste que habías oído algo, pero Luis y yo no le dimos importancia, aunque creo que yo si lo había escuchado. Lo siguiente que supe es que todo daba vueltas, nos agarramos de las barandas, recuerdo haber visto unos pedazos de cielorraso volando y lo último que supe es que estaba en una ambulancia, que un latón viejo te había golpeado la cabeza. Nunca olvidaré el sonido continuo y largo que marcó el momento en que me dejaste. (‘‘pip… pip… piiiiiiiiiiiiiiiiiiip’’)

No supe más. Tampoco Luis, eso fue todo. El pueblo no quedó tan mal, todo se pudo reconstruir al ratito, solo yo quedé roto y tal vez tú hermano. Esos si tardamos en recuperarnos.

Yo no te volví a ver desde entonces, hasta hoy. No puedo creer que no hayas cambiado ni un pelo, cuando a mi ya se me cayeron todos. Aunque creo que así es como al fin y al cabo tienen que ser las cosas. Perdón por no haberte visitado antes, espero que entiendas, además, vos sabés nunca me gustaron estas piedras. Lamento irme tan rápido, pero tengo que venderle la casa de mis padres a Carlos y volver a limpiar la nuestra. Por último, pero no menos importante, también te pido perdón por no traerte más regalos pero con lo que gasté en la mudanza no me alcanzó para más que este ramo de crisantemos.

Julio, 2008

3 comments:

Anonymous said...

hello ching, dandome una vuelta por tu blog. Me encanto Una esquina cualquiera,osea lo lei y me robo mas de un suspiro.. jeje me encanto la manera en cmo la historia esta relatada espero que sigas asi y cada dia t inspires mas :D

El cacique said...

Gracias por el comentario en mi blog mae, me alegra que gente con opinión lo lea. Además fué grata mi sorpresa al ver su blog y ver que usted es un escritor, voy a pegarme la vuelta de ves en cuando por su esquina mae.

Tuanis

Anonymous said...

holaaa ching!! el cuento de un ramo de crisantemos esta increible de verdad es unico!!! Me llego en serio practicamente me senti un personaje en la historia. Ecribes super bien no pierdas la inpiracion!! ;)