Veo
edificios
grandes e
indomables,
uno tras
otro
como si
fueran gigantes.
Filas y
filas
de sudor e
ilusiones,
de lágrimas
y risas,
por generaciones,
se apilan y
se apilan
sobre mis
hombros,
y se apilan
y se apilan
sobre
escombros.
Escombros de
sangre
que no vi
derramarse,
y de magnos
imperios
que no vi
culminarse.
Me quedo en la acera,
tan pequeño y pueril
con la historia en los hombros
que nos toca vivir.
Me quedo en la acera,
tan pequeño y pueril
con la historia en los hombros
que nos toca vivir.
Veo
edificios
grandes e
indomables,
uno tras
otro
como si
fueran gigantes.