Olvidaste una
corona de espinas de rosas
remojada en el
azul desparramado de los tinteros
y el agua de
lluvia de las hiedras perezosas
que nunca
quisieron trepar los azulejos
Los pétalos no
palidecieron su rojo vivaz
ni dejaron de
brillar con la luz de la mañana,
más ingratos, permitieron que el tiempo fugaz
les arrancará con
crueldad sus tímidas canas.
Quedaron las
espinas con los tallos sin retoños
cuando las
macabras flores quisieron partir
para dejarme oxidado,
desolado y solo
con la egoísta
promesa de no revivir
y en el patio
quedó tu corona de rosas
vacía y triste
sin rosas que dar
con la memoria
taciturna que llora celosa
la esperanza que
el tiempo se encargó de olvidar.
David Ching
2012