Viendo los papeles amarillos y oxidados
vale la pena volverse a topar en el margen.
No es un ‘‘Mea Culpa’’ hincándose a los años,
es hurgar en el pecho vacíos punzantes.
El fracaso sabe a traición vil y barata,
tirándole piedras a castillos de cristal,
que en algún momento creímos que eran de hojalata
y que las piedras no los iban a poder tocar.
Cada uno de nosotros ha fallado,
se ha visto los ojos en el espejo maldito
para encerrarse en la rabia, en el dolor y en el llanto
y bajar la mirada sin excusas ni estribillos.
Distinguirse es ponerle máscaras a la arena,
comerse el señuelo como dulce de cumpleaños,
mirando cabizbajo mientras se enfría la tetera,
sabiendo en el fondo que hasta el futuro está hastiado.
David Ching
2011