Saturday, April 27, 2013

Popó


No era tita, ni era nana,  ella era popó.

No hablaba español y yo no hablo cantonés, pero de alguna forma nos entendíamos (dicen que lo inquieto viene de ese lado de la familia).

Recuerdo que cuando  tenía 5 años me chineaba. Llegaba con mi abuelo a regalarnos confites y nos veía mientras jugabamos bola, aunque kong-kong se valía de su bastón para tirar. Luego mis papas se fueron de viaje y mientras nos cuidaban los primos solía llamarnos todos los días para preguntar si ya habíamos comido, después le repetía la pregunta a todos los que estaban en la casa.

En otros tiempos cocinaba (¿existen abuelas que no tengan buena cuchara?). Pollo con hongos que sólo ella sabía, y la sopa de wantan que nos enseñó a hacer después. A veces nos tocaba comer en la mesa de plástico frente al televisor, otras veces en el comedor principal que daba a la cocina, ¡Qué distinta era la casa de Nicoya en ese entonces!

Alguna vez la vi en vestido de baño gris, entrando al mar de Samara sin miedo, porque le gustaba acompañarnos a la playa cuando podía.

Siempre repartía su ''li si'' a los nietos, nunca perdió cuenta de la inflación, ni siquiera cuando tuvo que venirse a San José.

Con su eterna cabellera blanca e inquieta, pecaba de necia y no dejaba que nadie la ayudara (''yo podel'', y daba golpecitos para que uno entendiera). Luego pasaba la tarde en su mecedora, preguntando cosas que yo no entendía.

También la recuerdo con su apetito voraz (herencia china que nos dejó a los nietos). No había comida sin plato de arroz y nunca le mermó al diente en toda su vida. Tanto fue así que se nos fue con el estómago lleno, durmiendo después de almorzar.

Y ahora nos toca decirle adiós, Cómo despidiéndose de esta cosa rara entre las dos culturas que soy y que Popó intentó ser. Con un vestido tradicional blanco rodeada de flores y cruces. Porque cuando estalló la guerra ella no sabía que iba a dejar once nietos en otro continente, ni que iba a nacer el almacén ''La Revancha'' para mantenerse en pie por tres generaciones, ni que sus hijos iban a desayunar pinto y cenar ''ma pu to fu'' y ''kai lan'', pero así fueron las cosas al final.

Y ella siempre sonreía cuando veía a sus nietos (al final, cuando los lograba reconocer) y tenía ese sol en los ojos que sólo tienen las abuelas, y aunque hayan muchas cosas que ella nunca entendió y que yo nunca voy a poder entender eso si lo entiendo, aunque yo no hable cantonés, y  aunque ella no hablaba español.






Thursday, April 11, 2013

Quedate


Quedate un rato
te hago un pequeño campo al lado de mi asiento,
al lado de mis copas de vino y  mi errática forma de pensar
Disfrutá de la absurda forma de hacer magia con espacios distraídos bajo la cobija de algún aprendiz.

Quedate mientras miro las acuarelas de mi tío.
Hazte un té cargado al amanecer y despídeme cuando no estés a gusto.
Yo tiraré los dados de nuevo,
cuando te vayas  y dejés tu sombra llameante
a un lado del espejo donde nos miramos juntos.

Decile adiós a las partidas complicadas,
a los ajedreces de piezas negras y reyes sin peones,
a las caras inexpresivas antes del ''river''.

Vení sin pensarlo mucho,
sin dilemas de margaritas o de caras y cruces,
sin cuerdas, o esposas o anillos
y salí a jugar si te cansás,
o si encontrás  ingratos caminos que te seduzcan
vete sin darte pedradas al pecho.
yo volveré a tirar los dados