Sunday, April 25, 2010

Sobre el hábito de mirarse al espejo

De las prácticas cotidianas esta es quizás la más peligrosa. Algunos suicidas la ensayan desnudos o durante muchos minutos, pero esas proezas son realizadas por profesionales así que por favor no lo intenten en casa.

Es cuestión de tomar unos segundos y verse a los ojos, penetrar en esas profundidades y hasta que el cuerpo aguante que para eso lo hicieron. A veces duele como los diantres porque sabemos que del otro lado hay un monstruo que ni el mismísimo diablo se atrevería pero si tiene que hacerse, se hace. Es cómo tener la bomba nuclear pero salir a tirar la casa por la ventana en obras caritativas.

A veces del otro lado hay un bebe inofensivo llorando en los brazos de su madre y que da más lástima que cualquier otra cosa. Sin poder valerse de nada ni defenderse, ni siquiera levantar el brazo o la voz porque no sale y suena peor que un fonógrafo herrumbrado y descompuesto.

Lo peor de todo es no saber con que nos encontraremos, porque al azar le gusta apostar pesado cuando de juega bonito y al final no sabes lo que te espera del otro lado del espejo. Por eso es tan peligroso.

David Ching
2009

Friday, April 16, 2010

Volver a Caer

Volver a caer sirve para poder levantarse,
mirar los ojos de la ventana infinita,
reírse en la cara de los cobardes.

Volver a caer es dejar que las verdades reposen
tirarse a nadar desnudo al agua fría
seguir barajando sin que las cartas se doblen.

Después de todo de eso se trataba
de poder jugar en la lluvia sonriendo
y regalarle flores a las gotas de rocío

Pagar sin chistar dos veces la entrada
y volver a entrar al círculo de fuego
aunque sea solo para refugiarse del frío.

Volver a caer es volver a jugar
volver a soñar despierto de asombro
tirar una piedra mirando al mar
sin temor de jugarse el todo por el todo

Volver a caer es salirse de las casillas para bailar en los tejados

David Ching
2010

Friday, April 9, 2010

Manuales de Vida: Lección 2, Sobre el poder de la fe

‘‘Habrá que creer, habrá que creer
En Cristo, en la Paz, o en Fidel.
Habrá que creer, habrá que creer
En algo o en alguien tal vez’’ Alejandro Filio


Es necesario entender que durante el día se libran varias batallas y algunas es mejor dejarlas caer. Basta con que los primeros rayos del día se esmeren en buscar atravesar nuestros parpados para comprender que (aunque algunos se retuerzan en su tumba) la fe juega un papel fundamental en el quehacer diario.

Se aclara que no se trata de la fe religiosa y/o barata que se nos vende a cien pesos en la esquina o a la salida del tren. Hablamos de algo más profundo, cómo los gritos de los estadios o el miedo a los cementerios. Es entonces cuando libramos la batalla de no querer prender la luz ni lavarse la cara. Aún no hay fe y el polvo todavía está en las esquinas pero ya empieza a figurar la luz y los aromas mañaneros.

Algo dentro del cráneo quiere subir a jugar póker con el día. En este punto todavía no creemos poder ganar una mano y el descanso es un suave confort, cuesta dejarlo, pero siempre lo hacemos.

Viene la artillería pesada y la fe saca garras para atravesar nuestros párpados a como dé lugar y darnos a entender que vale la pena abrir los ojos porque el día aguarda. Nos sobornan con promesas de la final de futbol, el café mañanero, los traguitos con los amigos, verla a ella o a él, el jardín soleado o hasta el examen para el que llevamos meses preparándonos.

En fin… cualquier batalla que requiera un poco de fe (no las que se deban dejar caer). Algunas de las inagotables luchas del día a día que nos obligan a escribir los manuales de vida.

La guerra se torna sangrienta y a veces dura más de lo necesario pero una ley de los manuales de vida es que si la fe se pierde (o en este caso, la fe pierde) es mejor tirarse de un guindo.

Finalmente se nos obliga a levantarnos de madrugada (pueden ser las cuatro de la tarde, que siempre es madrugada) y saludar al día con una sonrisa que no se puede quitar.


David Ching
2010